La primera presencia de origen portugués en relación con Granada se remonta al acto mismo de constitución del emirato pues, en aquel momento, entre los dirigentes políticos y militares que acompañaban a Fernando III se encontraba el maestre de Santiago Pelayo Pérez Correa, que había participado en el cerco de Jaén, cuya entrega por Muhammad I fue la condición previa para aceptar el reconocimiento del nuevo emirato. Sabemos que, después del cerco de Jaén, el maestre aconsejó al rey proceder al ataque directo contra Sevilla; sería muy extraño que no hubiera dado también consejo a Femando III en relación con la cuestión de Granada. Pero también es cierto que Pelayo Pérez Correa había abandonado sus actividades portuguesas desde que fue elegido maestre de Santiago, en 1242, y, en especial, después de la posible ayuda que prestó a Alfonso III para sustituir en el trono a su hermano Sancho II; sus actividades y su personalidad política se expresaron en un escenario hispánico general, ya que también ayudó a Jaime I de Aragón en su proyectada expedición a Tierra Santa en 1269.
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Pero el maestre de Santiago actuó sobre todo en las zonas de guerra y frontera, esto es, en Murcia —cuya primera conquista protagonizó junto con el infante heredero Alfonso en 1243— y Andalucía. Su papel en la conquista de Carmona, Alcalá de Guadaira y Sevilla, donde tuvo a su cargo el cerco del arrabal de Triana, es bien conocido (1247-1248), así como la aportación de dinero y el apoyo militar que los santiaguistas hicieron para sofocar la revuelta mudéjar andaluza y murciana de los años 1264 a 1266: el maestre estuvo en Orihuela y acompañó a Jaime I cuando éste recuperó el reino de Murcia para su yerno Alfonso X de Castilla, mientras otros caballeros de la Orden de Santiago resistían en Lorca y en Huércal, donde tuvo el mando Martim Anes do Vinhal. Pelayo Pérez Correa murió en febrero de 1275, el mismo año en que los meriníes desembarcaron en la península y comenzaron sus ataques contra Andalucía, y el mismo año también en que murió el infante heredero del trono, Femando, cuando acudía a hacerles frente. Pelayo Pérez Correa alcanzó una fama como caballero de pro casi comparable a la que rodeaba al conde de Castilla Fernán González y al Cid Rodrigo Díaz; junto con ellos aparece mencionado en textos bajomedievales, como modelo de proeza y caballería cristiana, e incluso, para afianzar mejor esta imagen, se tejió la leyenda de un milagro en el que el maestre habría conseguido con sus rezos a Dios y a Santa María que se detuviera el sol unas horas para tener el tiempo de ganar la batalla trabada con los musulmanes en la actual zona de Llerena, donde el santuario de Santa María de Tudia o ‘detén tu día’ conmemora el prodigio que hizo del maestre un nuevo Josué.
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