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Los papiros medicinales y mágicos, los textos de los autores de la Antigüedad, así como los datos procedentes de los repertorios iconográficos y de las excavaciones arqueológicas, constituyen todos ellos valiosas fuentes de información que nos permiten una aproximación a los conocimientos de los antiguos egipcios sobre toda una serie de recursos farmacológicos de características neurotóxicas.



Nephentes
En la Odisea (IV, 219 ss) Helena pretende calmar la aflicción de Telémaco diluyendo en el vino que le ofrece una droga llamada nephentes, que se ha identificado generalmente con un preparado a base de opio o de cannabis:

"Al manjar que delante tenían las manos lanzaban cuando Helena, nacida de Zeus, pensó en otra cosa y en el vino que estaban bebiendo les puso una droga, gran remedio de hiel y dolores y alivio de males; beberíalo cualquiera disuelto en colmada vasija y quedara por todo aquel día curado de llantos aunque en él le acaeciera perder a su padre y su madre o cayera el hermano o el hijo querido delante de sus ojos, herido de muerte por mano enemiga. La nacida de Zeus guardaba estos sabios remedios: se los dio Polidamna la esposa de Ton el de Egipto, el país donde el suelo fecundo produce más drogas cuyas mezclas sin fin son mortales las unas, las otras saludables; más todos los hombres allí son expertos en curar, porque traen de Peán su linaje" (TRAD. M. Pabón).

Diodoro de Sicilia (I, 97, 7-9), historiador griego del siglo I a. C., hablando de las viejas relaciones entre Grecia y Egipto menciona que:

"....como prueba de la presencia de Homero en Egipto se aducen varias evidencias, y especialmente la droga que proporciona el olvido de todos los males, que fue dada a Telémaco por Helena en casa de Menelao. Ya que es manifiesto que el Poeta había adquirido un conocimiento exacto de la droga nepentes, que el dice que Helena consiguió de Tebas egipcia, habiéndole sido proporcionada por Polidamna, la mujer de Ton; además se alega, incluso hoy las mujeres de esta ciudad emplean este remedio, y se dice que en tiempos antiguos una droga para curar el miedo y la tristeza fue descubierta en principio entre las mujeres de Diospolis: pero Tebas y Diospolis, se añade, son la misma ciudad". 

Recientemente se ha descubierto una escuela en la que los alumnos habían escrito en las paredes algunos textos de Homero y en concreto uno de ellos hace referencia a esta droga: Archaeologists working in the western desert of Egypt have discovered a school dating back about 1,700 years that contains ancient Greek writings on its walls, including a text about ancient drug use that references Homer's "The Odyssey."

Adormidera
La adormidera (Papaver somniferum, Papaver rhoeas) y al opio, que contienen alcaloides como la morfina, codeína, tebaína, narcotina y papaverina, muy conocidos en la Antigüedad, tanto en el Mediterráneo como en Egipto, donde se la llamaba spenn, o el Próximo Oriente, ya que de hecho hay pocos ambientes geográficos en que no florezca. Las menciones en los documentos procedentes de Egipto, en donde se utilizaba como sedante, anestésico y narcótico, han sido recopiladas por S. Gabra (1954-5) y parece bastante seguro que el opio comenzaba ya a ser producido localmente durante el reinado de Amenhotep III. Su conocimiento está bien documentado en épocas anteriores al Imperio Nuevo, que comienza con la Dinastia XIII. No faltan menciones en los papiros Smith y Ebers, que son copias de textos escritos durante el Imperio Antiguo. 



Posteriormente G. Kriticos (1960) ha mostrado en un documentado trabajo como durante el periodo que los arqueólogos denominan Minoico Tardío III, el opio era consumido por los participantes en determinadas ceremonias religiosas, ya que provocaba estados de éxtasis durante el desarrollo del ritual. La existencia de prácticas similares en Chipre durante la misma época ha sido señalada por V. Karageorghis (1976), que las relaciona, como en el caso anterior, con el culto a alguna divinidad de la fertilidad semejante a la "Diosa de las adormideras" de Gazi. También R. S. Merilles (1962) sugiere, aunque la evidencia es menor, que un uso similar del opio se podía haber producido en Egipto, no siendo tampoco desconocido en Israel (Merilles, 1989).

En Egipto, y procedente de la necrópolis de Dehir el Medina se halló una cápsula de adormidera sin cortar, supuestamente datada en época de Tutmosis III (Merilles, 1968: 155), y en la tumba del arquitecto Kha también en Deir el-Medina, que murió durante el reinado de Amenhotep III, su estatua de culto lleva sobre los hombros un collar realizado enteramente con cápsulas de adormidera. 


 En este enterramiento los investigadores han encontrado, procedentes de algunos recipientes, restos de alcaloides, como la morfina y la hiosciamina que sugieren que alguna vez estuvieron en contacto con substancias derivadas de la adormidera y de alguna solanácea, tal vez la mandrágora, planta que, por cierto, interviene entre los motivos que decoran el respaldo de la silla encontrada en la misma tumba.

También en la tumba del faraón Siptah y de la reina Tausrit de la VIII Dinastía se ha encontrado pendientes que representan cápsulas de adormideras (Leca, 1986: 342). También en El Amarna algunos colgantes muestran la parte superior de la cápsula de la adormidera y un collar lleva perlas con la forma de estas cápsulas (Gabra, 1956: 43). En el Museo del Louvre, se conserva un pequeño vaso de pasta azul esmaltada, procedente también de El Amarna, cuya forma es similar a tales cápsulas.

Cannabis.
 Según podemos leer en Ancient Egypt and Cannabis: The Papyrus Ramesseum III contains one of the oldest mentions of Cannabis. Instructions on preparing Cannabis and guidelines for treatment can also be found in the Chester-Beatty VI (Medical) Papyrus (1,300 BC), the Berlin papyus (1300 BC), the Hearst papyrus (1550 BC) , the Vienna papyrus (220 AD), and others. There is a hieroglyph regarded as "shemshemet" which means Cannabis. Many other ancient societies have left references to this plant found in ancient Sumerian, Chinese, Persian, Greek, and Hebrew texts.

En el Antiguo Egipto se ha detectado la presencia de cannabonoides en cadáveres egipcios de diferentes tumbas procedentes del Primer Periodo Intermedio y de la época Ptolemaica y romana (Balanova ea, 1992). Dado que los mismos análísis descubrieron también restos de tabaco y cocaína en las momias examinadas, se ha desatado una gran polémica, que no llega a afectar tanto a la idoneidad de las técnicas empleadas cuanto a la imposibilidad de la presencia de tales sustancias procedentes del Nuevo Mundo por aquellas fechas y a la posibilidad de una contaminación posterior de los especímenes examinados. No obstante, reecientemente se ha descubierto cannabis en la tumba de Amenofis IV en El Amarna y su polen ha sido identificado en la momia de Ramses II (Manniche, 1999: 82).
 
Mandrágora
La mandrágora (Mandragora officinarum), que contiene alcaloides como la hiosciamina, la atropina y la escapolomina. Su raíz es de aspecto antropomorfo y es la única parte de la planta que tiene efectos psicoactivos. Era utilizada como un anestésico en Egipto (Kamal, 1965: 288-289), donde aparece en un relive de Amenofis IV así como en algunas pinturas murales de varias tumbas tebanas de la Dinastía XVIII (Emboden, 1981). Según parece era la planta didi que mencionan algunos textos del Imperio Nuevo, aunque sobre esto existe cierta discusión. En el Papiro Leiden (I-383) se encuentra un fórmula que, administrada con vino, era utilizada como un potente inductor del sueño.

La mandrágora, el loto y la adormidera están presentes en un escena grabada en el trono de Tutankamón (Manniche, 1993: 117). El ritual funerario, incluyendo los ornamentos y los enseres con que se dotaban las tumbas de las Dinastías del Imperio Nuevo, muestra la presencia frecuente de mandrágoras y amapolas rojas de gran tamaño. En el anexo de la tumba de Tutankhamon se hallaron diversos cestos llenos de bayas de mandrágora que habrían sido destinadas a satisfacer las necesidades del rey durante su vida en el Más Allá. También en una tumba de la XVIII Dinastía perteneciente a un alto oficial de Menfis, llamado Maya, se ha encontrado una jarra que según la inscripción que portaba contenía dos litros de una poción aceitosa, uno de cuyos ingredientes era la mandrágora.

Beleño
Tampoco pasaron desapercibidas las propiedades y efectos del beleño negro (Hyoscyamus niger), planta que contiene alcaloides como la hiosciamina, la atropina y la escopolamina, aunque en menor proporción que otras solanáceas. Es mencionado en el Papiro Ebers y fue conocido también en Mesopotamia donde, además de por sus aplicaciones medicinales, era utilizado por los babilonios y asirios como alucinógeno. Bajo sus efectos, sacerdotes y adivinos hacían profecías y los "hombres santos" veían visiones. Los persas lo utilizaron como sedante, analgésico y abortivo (Bundahisn, 4, 5, 20)

Con solo variar la dosis se convertía en un potente inductor de trances extáticos. Podía hacer enloquecer, como afirma Jenofonte (Oecom., I, 2):

"...a no ser que estemos dispuestos a afirmar que es un bien el beleño, que vuelve loco a los que lo comen." (TRAD. J. Zaragoza).

y provocaba sueños pesados, por lo que se le tenía por muy peligroso. Se le conocía con nombres como apollinaris herba y uaticina herba. De sus propidades nos hablan, además, Plinio (Nat. His., XXV, 35, 77, cfr: XXV, 30 y XXIII, 94) y Disocórides (De mat. med., VI, 15).

Artemisia (ajenjo)
Por su parte el ajenjo (Artemisia absinthium) también llamada "artemisia amarga" o "hierba santa" es otra planta medicinal conocida por los egipcios y los griegos que la identificaron con la diosa Artemis, hermana gemela de Apolo, e hija de Zeus y Leto. En el mito griego es la propia diosa quién la descubre y será el centauro Queirón quién le ponga su nombre. Fumada produce efectos similares a los del cannabis y con ella se elabora el licor de absenta, el "hada verde" inspirador de poetas y artistas en la Europa del siglo XIX. Dioscórides (De mat. med., III, 121) habla de sus efectos medicinales pero no menciona su potencial psicoactivo, no obstante Areteo de Capadocia la recomienda contra la melancolía y Apuleyo estimaba que era útil para alejar los demonios (Godbey; 1930: 226). Es citada en varias ocasiones en papiros griegos procedentes de egipto que contienen distintas fórmulas mágicas y no cabe duda de que se trataba de una planta sagrada. Aunque se discuten los efectos alucinógenos de su principal componente, un aceite esencial denominado thujol o thujone, que también se encuentra en otras plantas, como la tuya, el ciprés y algunos enebros, lo cierto es que parece que a dosis elevadas puede llegar a producir delirios junto con daños cerebrales.

Inciensos neurotóxicos.
Del incienso se ha dicho que "sus aromas estimulan la mente de forma incosnciente mediante la imitación de las feromonas sexuales" (D. M. Stoddart, El mono perfumado. Biología y cultura del olor humano, Madrid, 1994: 261) Algunos inciensos estaban preparados para ejercer un efecto determinado sobre el espíritu. Era creencia extendida entre los filosofos y hombres de ciencia que algunos inciensos poseían propiedades perturbadoras del ánimo y la mente. Tal parece haber sido el caso del kyphi, un compuesto psicoactivo que se utilizaba en ritos y ceremonias y que es mencionado en los papiros egipcios de magia de época helenística. Es citado por Dioscórides (De mat. med., I, 23) y Plutarco (De Isis et Os.) nos habla de él con más detalle:

"El Kyphi es perfume cuya mezcla está compuesta de diez y seis especies de substancias: miel, vino, pasas, juncia, resina, mirra, palo-rosa, seseli; se le añade lentisco, brea, junco oloroso, romaza, y, además de todo eso, enebro gigante y enano (porque ya sabéis que hay dos especies), cardamomo y cálamo. Estos diversos ingredientes no se mezclan al azar, sino, de acuerdo con fórmulas indicadas en los libros santos, que se leen a aquellos que preparan este perfume a medida que mezclan las substancias que lo componen. En cuanto al número diez y seis, parece haber sido adoptado a propósito, puesto que es el cuadrado y el único entre todos cuya figura, al tener todos sus lados iguales, ofrece un perímetro igual a su área, aunque esta propiedad desde luego no importa al efecto esperado. Pero, como la mayor parte de esas substancias mezcladas tienen virtud aromática, de ellas se desprende un soplo suave y salutífero. Bajo sus influencias, el estado del aire cambia, y el cuerpo, suave y agradablemente bañado por sus emanaciones, se deja caer en el sueño adquiriendo disposición evocadora. Las aflicciones y vehemencias producidas por las inquietudes cotidianas se debilitan como lazos que se aflojan, disipándose sin la ayuda de la embriaguez para recibir ensueños, se pulen y bruñen como un espejo. El efecto obtenido es tan purificador como el que alcanzaban, pulsando la lira, los pitagóricos antes entregarse al sueño, apaciguando y encauzando de este modo el elemento instintivo y apasionado de su alma".

Resulta claro que el ingrediente psicoactivo del kyphi no es otro que el aceite de los enebros, pincipalmente el Juniperus oxycedrus, que contiene una esencia similar al tanacetol, de gran potencial estimulante y psicoactivo. El tanacenol, tambien denominado thujol, es el principal componente del aceite del cedro blanco del norte (Thuja occidentalis) y del cedro rojo (Thuja plicata) y se encuentra también en el crisantemo vulgar (Tanacetum vulgare) o atanasia. Cualquier repertorio de farmacología botánica nos dirá que también se le conoce como thujol, thuyol, absinthol, thuyone, tanacetol, y tanacetona, por lo que forma parte de los aceites esenciales del ajenjo o artemisia y la sabina albar (Juniperus thurifera). En dosis altas resulta un potente alucinógeno. Muchos de los inciensos elaborados en el Próximo Oriente y utilizados en celebraciones extáticas o rituales de adivinación, contenían, entre sus ingredientes, aceite de cedro.

Trances extáticos.
En cualquier caso la liturgia egipcia no era del todo extraña a prácticas semejantes, como se desprende, por ejemplo, del uso de bebidas embriagantes durante la fiesta de Hathor, originariamente una Diosa Madre y, por tanto, una divinidad de la fertilidad, protectora de la alegría extática y festiva que sigue a la embriaguez (Bleeker, 1973: 80). Esta festividad, que coincidía con la inundación anual del Nilo, se celebraba en Dendera, a medio camino entre Abydos y Tebas, y en ella se consumía abundantemente vino y otros brebajes alcohólios en medio de música y danzas (McGovern, 2003: 136). En los festivales sagrados de Bubastis, en honor a la diosa Bastet, hija de Ra y divinidad de la alegría representada con cabeza de gato, se realizaban también rituales extáticos, tal y como nos describe Herodoto (II, 60): 
 "Pues bien, cuando se trasladan a la ciudad de Bubastis, hacen los siguiente: resulta que hombres y mujeres navegan juntos y, en cada baris, va un gran número de personas de uno y otro sexo, algunas mujeres llevan crótalos y los hacen repicar; algunos hombres, por su parte, tocan la flauta durante todo el trayecto, mientras que el resto de las mujeres y hombres cantan y tocan palmas. Y cuando, en el curso de su travesía, llegan a la altura de laguna otra ciudad, acercan la baris a tierra y hacen lo siguiente: mientras algunas mujeres siguen haciendo lo que he dicho, otras se burlan a voz en grito de la ciudad en cuestión, otras bailan y otras, de pie en la embarcación, se desnudan. esto es lo que hacen a su paso por todas las ciudades ribereñas. y cuando llegan a bubastis, celebran la fiesta ofreciendo grandes sacrificios y se consume más vino de uva en esa fiesta que en todo el resto del año." (TRAD. C. Schrader).

Seguramente una de las celebraciones más importantes del calendario religioso del antiguo Egipto era el llamdo festival-Wag, que se celebraba a comienzos del Año Nuevo cuando Sothis (Sirio), la estrella más brillante en el firmamento nocturno reaparecía tras haber estado oculta setenta días y anunciaba la inminente crecida del Nilo. Tenía lugar en Abydos, sede del culto religioso a Osiris, que recibía también el apelativo de "Señor del vino durante la inundación". Durante tres días sus seguidores se entregaban a una orgía sagrada para celebrar la fiesta funeraria del dios (McGovern, 2003: 135).

En muchos de los jardines de los templos de Egipto se cultivaban árbustos de balanitas (Balanita aegiptiaca), considerado por los antiguos egipcios como un árbol sagrado, de frutos azucarados. Con la pulpa de su embrión se podía preparar una bebida fermentada. Parece además bastante seguro que estos árboles, a diferencia de los de los huertos comunes, tenían, sobre todo, una utilización litúrgica. Pero ir más allá de estos datos sería caer en el terreno de las especulaciones. Pócimas vinosas de efectos psicoactivos fueron conocidas por los egipcios, griegos y romanos, pero de ellas hablaremos en otro lugar.

Hacía mucho tiempo, por lo demás, que en Egipto Isis había asimilado los rasgos específicos de Hathor —ambas se representan, por ejemplo, coronadas con los cuernos liriformes que encierran un disco solar—, diosa del amor y de la fertilidad en cuyas ceremonias se practicaban rituales extáticos mediante bebidas embriagantes. Identificada también con la Astarté-Afrodita oriental, célebre por sus celebraciones extáticas.

El loto egipcio.
Un caso especial es el que corresponde a la más representativa de las plantas nilóticas, el loto (Nymphaea lotus) que era considerada por los antiguos egipcios una planta sagrada que simbolizaba la inmortalidad y la resurrección. Durante mucho tiempo, primero los botánicos y luego los egiptólogos han ignorado sus propiedades farmacológicas, señaladas sin embargo en el Papiro Ebers, pero lo cierto es que contiene potentes alcaloides narcóticos, aphomorphina, nympherina, nuciferina, nupharidina y alfa- nupharidina, tanto en las flores como en los rizomas, que no son disolubles en agua sino en alcohol. Dioscórides (De mat. med., III, 142) habla de sus efectos narcóticos como inductor de sueños. Los alcaloides del loto pueden llegar a tener propiedades psicoactivas para inducir alucinaciones o un tipo de sueño muy vívido. Al parecer, la mayor concentración de alcaloides psicocativos se da en las yemas y en el rizoma de la planta y se ha reportado su carácter acumulativo, de tal manera que un uso continuado provocaría mayores efectos.

La asociación del vino y del loto es particularmente frecuente en Egipto durante el Imperio Nuevo. La iconografía nos muestra las jarras de vino rodeadas de sus flores. En ocasiones la flor de loto se halla suspendida encima del recipiente y otras veces se encuentra en el cuello de este. Otras veces las escenas de banquetes muestran como jóvenes sirvientas mezclan el contenido de pequeñas jarritas en recipientes para beber mucho más grandes. Como ha sido observado (Harer, 1985), esto podría ser un indicio de que los antiguos egipcios elaboraban un licor de propiedades narcóticas con los alcaloides del loto. Frecuentemente aparece asociada a la mandrágora y a la adormidera. Su presencia en diversos rituales de carácter extático, como ocurre también en el mundo maya, está bien documentada en las pinturas de las tumbas egipcias y en algunos escritos sagrados y mágicos, como el Papiro de Ani, más conocido como el "Libro de la Muerte" lo que refuerza la hipótesis de su utilización por sus propiedades psicoactivas (W. A. Embodem, "The Sacred Narcotic Lily of the Nile: Nymphaea caerulea", Ecomomic Botany, 32, 4, 1978, pp. 395-407; E. Bertol et al., "Nymphaea cults in ancient Egypt and the New World: a lesson in empirical pharmacology", Journal of the Royal Society of Medicine, 97, 2004, pp. 84.85).

Acacia.
En el mito, Horus, forma en la que renace Osiris, aparece asociado a un árbol sagrado que según Los Textos de las Pirámides (436a-b), no era otro que la acacia, del que se decía que contenía la vida y la muerte y que había servido como protección al dios-niño (Buhl, 1947: 86). Resulta que determinadas especies de acacia contienen alcaloides muy activos que producen efectos bastante similares a otros enteógenos, lo que podría resultar esclarecedor si alguna de estas variedades se daba en el antiguo Egipto. A este respecto resultará interesante saber que algunas subespecies que crecen en el deiserto del Sinaí y el Neguev, como son Acacia albida, Acacia lactea y Acacia tortilis contienen DMT, asi como también Acacia seyal y Acacia nilotica que crecen en Egipto. Un brebaje similar al ayahuasca ha podido ser utilizado a partir de la combinación de los alcaloides presentes en la acacia, árbol de gran importancia en la Biblia (atzei shittim= árboles de acacia) y el Antiguo Egipto y tres de cuyas subespecies (Acacia albida, Acacia lactea y Acacia tortilis) que crecen en el sur de Israel (Neguev) y el Sinaí contienen DMT (Dimethyltryptamine, que es un poderoso alucinógeno) y Peganum Harmala, que, curiosamente crece de forma abundante delante de las cuevas de Qumra, hogar de los esenios y lugar del famoso hallazgo de los Manuscritos del Mar Muerto. 

Plantas mágicas en papiros griegos.
El empleo de plantas a las que se atribuye propiedades mágicas está
documentado en una serie de papiros griegos encontrados en Egipto que pertenecen al periodo helenístico tardío y sobre todo a la época imperial romana (Textos de Magia en Papiros griegos, Madrid, 1987, Gredos). Siguiendo la tradición anterior, en este caso de doble raíz -griega y egipcia-, muchas de ellas son tóxicas o psicoactivas. 

 
En uno de estos papiros (P 5026 del Museo Estatal de Berlín), de la misma fecha, encontramos como parte de una fórmula para comunicarse con Apolo y conseguir un oráculo (II, 74 ss): 

"Comunícate tu mismo con el dios de esta manera: toma un gallo enteramente blanco y una piña. haz una libación de vino en su honor, úngete, y permanece suplicando hasta que la ofrenda se consuma; úngete todo el cuerpo con la siguiente mixtura: semillas de laurel, comino de Etiopía, adormidera y dedo de Hermes". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Ma D. Sánchez Romero) 

La planta "dedo de Hermes" se piensa que podría ser Mercurialis annua, una planta muy común pero aún poco conocida farmacológicamente que contiene pequeñas cantidades de alcaloides, utilizada como purgante y considerada muy tóxica. 

En otro papiro de este grupo (Suplementum graecorum 574 de la Biblioteca Nacional de Paris) el mago, que pretende comunicarse con Helios, ha de coronarse con hiedra negra. En el mismo documento se encuentra la llamada "Liturgía de Mitra" en la que se puede leer (IV, 4, 475): 


"Sedme propicias, Providencia y Psique, a mi que escribo estos misterios que no pueden ser vendidos, que se enseñan: para mi hijo único pediré la inmortalidad, oh iniciados en
los misterios de nuestra Fuerza (es necesario pues, hija, que tomes zumos de las plantas y especias que te van a ser mostradas al final de mi escrito sagrado), Fuerza que el gran
dios Helios-Mitra ordenó me fuera transmitda por su propio arcángel, para que sólo yo entre en el cielo como peticionario y lo examine todo". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y
Ma D. Sánchez Romero) 

Las escenas visionarias que se relatan a continuación sugieren la utilización de algún tipo de psicofármaco, por más que los nombres de las plantas permanezcan ocultos. Asimismo se afirma que el visionario estará en un estado de éxtasis y "lleno de entusiasmo profético" (IV, 4, 735). 

También se ha detectado, en este conjunto de papiros griegos sobre magia (XXXVI, 320-32), la presencia de otras plantas psicoactivas como el beleño y una variedad de vicia, sativa o tal vez ervilia, que resulta venenosa, pero que en pequeñas dosis produce alteraciones de la consciencia, en fórmulas en las que están asociadas con sus efectos pero cuyo uso no produciría ninguno de ellos (Scarborough 1991: 158). En estos textos, el kyphi, de cuyas propiedades sobre la mente ya hemos hablado, es mencionado varias veces en su utilización como incienso. Además, en al menos tres ocasiones (IV 1275-1322, 2622-2707, 2891-2942) se realizan fumigaciones de artemisia, cuyos vapores son inhalados y en otra (IV, 1830) el opio forma parte de otro incienso: 

"Esta es la ofrenda que da aliento a Eros y a toda la práctica: 4 dracmas de polvo de incienso, 4 dracmas de goma, 4 dracmas de opio, 4 dracmas de mirra, incienso, azafrán
y bdélla (resina aromática que procede del Balsamodendrum africanum) como media dracma. Añade oleosa lechetrezna, mezcla todo a partes iguales con vino oloroso y
utilízala para la práctica. Al realizarla, quema primero todo ello y úsalo de este modo". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Ma D. Sánchez Romero) 

En otra ocasión, la artemisia o ajenjo es mencionada, junto con otras plantas tóxicas, como un ingrediente en una fórmula de conjuro para todo fin mágico, de la que también forma parte el kyphi (IV, 11, 1305 ss): 

"Ofrenda de la práctica: cuatro dracmas de incienso, cuatro dracmas de mirra, una hoja de laurel, unas dos onzas de pimienta blanca, una dracma de gomorresina de bálsamo
africano, una dracma de semilla de asfódelo, de amono, de azafrán, unas dos dracmas de
trementina de teberinto, una dracma de artemisa, planta de katanánke, kyfi hierático, el cerebro completo de un carnero negro. Mézclalo con vino blanco mendesio y con miel y has con ello una pasta". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Ma D. Sánchez Romero) 


El asfodelo (Asphodelus albus) tiene propiedades tóxicas debido a que contiene asfodelina. La fermentación de sus tubérculos produce alcohol. Los griegos lo plantaban sobre las tumbas y se decía que cubría las praderas de los Campos Elíseos y la antesala del Hades. La planta llamada, katanánke, palabra que en griego significa "conmoción", se ha identificado con un tipo de arveja, y también con la llamada "hierba de Cupido" (catananche caerulea), de la que en la Antigüedad se decía que era estimulante y afrodisiaca y formaba parte de muchos filtros de amor. 

En un vaticinio a través de un medium que ha entrado en estado de trance y se ha desplomado, podemos leer como la artemisia es considerada una planta sagrada (IV, 6, 914 ss): 

"Tú siéntate sobre los adobes y pregúntale; y te expondrá la verdad minuciosamente. Tienes que coronarlo con una guirnalda de artemisa amarilla, a él y también a tí. El dios
se complace también con esta planta". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Ma D. Sánchez Romero) 

Otras veces, la artemisia aparece ritualmente asociada a sueños inducidos para que se aparezca en ellos la divinidad, lo que nos recuerda una visión de Elio Aristídes (Discursos sagrados, II, 31-2), retórico de la segunda sofística y seguidor de Asclepio, que permaneció en el asklepeión de Esmirna, uno de los tres principales centros de culto al dios, diecisiete años como paciente y devoto, famoso también por la facilidad con que entraba en trance para asombro de sus contemporáneos: 

"Era artemisia, clara de una cierta manera. Tan clara cuanto era posible, apenas como incontables otras cosas tenían claramente la presencia del dios. Era como si se tuviera la impresión de tocarlo y se percibiera que él mismo había venido en persona, como estar entre el sueño y el despertar.. y prestando odos atentos oír algunas cosas tan en un sueño, otras como en un trance de despertar...".

También aparece en una ocasión la belladona en un conjuro (II, 1-64) en el que la artemisia forma parte de un ungüento de ingredientes extraños y en el que esta solanácea es introducida en una tinta, que contiene la planta de Artemis, que luego será quemada. En otro conjuro destinado a enviar sueños y producir visiones en estos, en el que también la artemisia está presente en un incienso, se quema madera de enebro.



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Publicado por Carlos G. Wagner para FARMAKA Y ENTEÓGENOS: LAS DROGAS SAGRADAS EN LA ANTIGÜEDAD el 3/09/2014 02:48:00 p. m.
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