En 1976, desde su refugio mallorquín de Deià, Robert Graves declinaba la invitación cursada por la BBC para que acudiera a Londres a ver Yo, Claudio, una ambiciosa serie de televisión basada en dos de sus novelas, 'Yo, Claudio' y 'Claudio el dios y su esposa Mesalina', protagonizadas por el cuarto emperador romano de la dinastía Julio-Claudia y escritas 40 años antes, precisamente durante la primera estancia del escritor inglés en Mallorca.
Los productores tuvieron la deferencia de enviarle una copia de la serie. La respuesta en forma de telegrama de Graves, conocido por el extremo rigor a que sometía tanto el trabajo propio como el ajeno, no pudo resultar más alentadora para los responsables de la serie: "A Claudio le habría gustado".
El domingo 22 de octubre de 1978, la primera cadena de Televisión Española iniciaba la emisión de los 13 capítulos de una hora que componen Yo, Claudio. La serie fue un éxito inmediato, seguida semana a semana por millones de espectadores, y ha quedado en la memoria de varias generaciones de españoles como referente de calidad de la ficción televisiva británica, una fama que alimentaron más adelante producciones como Arriba y abajo o Retorno a Brideshead.
"Yo, Tiberio Druso Neo Germánico y tal cual, porque no pienso molestarles con todos mis títulos, que otrora, no hace mucho, fui conocido por mis parientes, amigos y colaboradores como Claudio el Idiota, o Ese Claudio, o Claudio el Tartamudo, o Clau-Clau-Claudio, o cuando mucho, como El pobre tío Claudio, voy a escribir ahora esta extraña historia de mi vida". Así comienza la novela dedicada al insospechado y paradójico emperador de Roma que, para llegar a serlo, tuvo que salvar la vida de las purgas e intrigas imperiales protegido por sus taras manifiestas y su aparente incapacidad para convertirse en uno de los más admirados gobernantes del imperio, todo ello pese a sus arraigadas convicciones republicanas. En Claudio encontró Graves un modelo de hombre virtuoso enfrentado a un sistema degenerado y una apasionante historia dinástica que le permitió crear un impagable fresco de la condición humana.
Y lo hizo en Mallorca, donde en 1929 se había instalado huyendo de la civilización. Allí, salvo un intervalo entre el estallido de la Guerra Civil y los estertores de la Segunda Guerra Mundial, vivió un gozoso exilio hasta su muerte en 1985. Aquel 1929, año decisivo para Graves, había publicado 'Adiós a todo eso', una autobiografía donde describía su traumática experiencia durante la Primera Guerra Mundial. Tanto su huida a Mallorca como aquel libro eran consecuencia de su presencia en el terrible frente de la Gran Guerra, de donde volvió herido en cuerpo y sobre todo en alma.Desencantado con su mundo, la poesía fue su terapia y su retiro, como lo fue Mallorca, que le proporcionó la paz necesaria para reinventarse y escribir, entre otras cosas, uno de sus mayores éxitos.
Impulso a la novela histórica
Con 'Yo, Claudio', Graves dio nuevos bríos a la novela histórica, uno de los muchos géneros en los que destacó. Frente a los que le criticaban por someter la historia a su capricho literario, el investigador riguroso que era Graves oponía esta cita de Tácito, instalada en el frontispicio de muchas de las ediciones de Yo, Claudio: "Mientras unos tienen por hechos ciertos los rumores más precarios, otros convierten los hechos en falsedades. Y unos y otros son exagerados por la posteridad".
El productor Martin Lisemore, experto en convertir literatura en televisión para la BBC, cumplió un sueño largamente acariciado cuando culminó su adaptación de 'Yo, Claudio'. El primer proyecto para trasladar la novela de Graves a la pantalla se había concebido apenas tres años después de su publicación. En 1937, Alexander Korda produjo una versión dirigida por Josef Von Sternberg y protagonizada por Charles Laughton que por desgracia quedó sin concluir.
Pasados casi cuatro decenios y tras una ardua negociación para hacerse con los derechos de adaptación que estaban en barbecho desde aquel intento fallido, Lisemore contó con todos los medios de la televisión pública británica para llevar a cabo la serie. Jack Pulman, veterano guionista adiestrado en la adaptación a la televisión de grandes obras de la literatura como 'Crimen y castigo', 'Guerra y paz' o 'David Copperfield', consiguió transformar dos novelas concebidas en primera persona y en tono reflexivo en un gran drama desplegado a lo largo de siete decenios -desde los años del Gobierno de Augusto hasta la muerte de Claudio, en el 54 d. C.- sin sucumbir en el intento ante las complicaciones impuestas por la procelosa genealogía de la dinastía Julio-Claudia.
Escenografía teatral y mínima
Rodada en vídeo, una escenografía teatral y mínima, sin exteriores, sirvió de marco a las interpretaciones de unos actores excelentes que, si bien ya llevaban años destacando en su oficio, encontraron en la serie el definitivo trampolín para sus carreras. Fue el caso de Derek Jacobi, el actor elegido para encarnar a Claudio. Reclutado en 1963 por Lawrence Olivier para su primera compañía del National Theatre, donde permaneció durante ocho años, fue haciéndose un nombre en la escena, el cine y la televisión británicos.
Su equilibrada y sublime interpretación de Claudio, el hombre reflexivo y prudente oculto bajo taras y tics, le consagró internacionalmente y puso los cimientos de una excepcional madurez interpretativa que dura hasta hoy.
El gran personaje femenino de 'Yo, Claudio' es Livia, la intrigante esposa del emperador Agusto, encarnado por Sian Phillips. La actriz galesa, que había dado sus primeros pasos en el mundo de la interpretación de la mano de su marido Peter O'Toole, realizó uno de los trabajos más celebrados de la serie, dando vida a Livia desde los 35 a los 90 años. El alarde le valió, al igual que a Jacobi, el premio Bafta a la mejor interpretación en televisión.
También hay que destacar, en el papel de Calígula, a John Hurt, otro de los grandes intérpretes de la escena británica, que en años venideros recibiría sendas nominaciones al Oscar por 'El expreso de medianoche' y 'El hombre elefante'.
El resultado de la feliz coincidencia de un texto excelente, una adaptación atinada, una cuidada producción y unos actores en estado de gracia es una serie que permanece como referente indiscutible de calidad en la historia de la televisión, y que ahora EL MUNDO ofrece a sus lectores a partir de manaña (domingo 5 de abril 1ª entrega) y todos los lunes, martes y miercoles a 0.50 €
Ya ne he hecho con ello!
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