28 marzo 2012

[DOCEO ET DISCO -- ΔΙΔΑΣΚΩ ΚΑΙ ΜΑΝΘΑΝΩ] Ser profesor

Con la perspectiva que proporciona el haber dejado las aulas, y después que este blog se ha hecho eco en muchas ocasiones de la figura del profesor (casi me gusta más decir maestro...), deseo volver hoy a enhebrar unas ideas, porque creo que es un tema que nunca pasa de moda.


Y la ocasión se me ha presentado al leer un artículo de Camilo José Cela Conde titulado "El deber de enseñar".  Tan sólo copiaré tres breves párrafos de ese artículo:

  • (...) el principal activo de cara a la enseñanza y, por ende, el que ha de cargar con las culpas si esta falla lo constituyen los profesores.
  • Las denuncias de falta de recursos y los continuos cambios de orientación en las leyes son elementos secundarios frente a la necesidad perentoria de que los profesores enseñemos mejor.
  • Cada profesor –yo lo soy– debe esforzarse por cumplir con su deber más allá incluso de lo que cabría exigirle aunque sólo sea porque enseñar es una vocación.
Pueden parecer duras esas palabras, pero las suscribo plenamente y, aunque sea de forma breve, deseo remarcarlas:

1. Nos guste o no, los únicos responsables de la educación son los alumnos y sus profesores. Ni los planes de estudio, ni las condiciones económicas o laborales (salvando un mínimo exigible) pueden ser excusas válidas.

2. Siempre ha habido -y, por desgracia, habrá- profesores nefastos en medio de condiciones bien favorables. Y, por suerte, seguirá habiendo profesores excelentes en circunstancias adversas.

3. Hay un elemento esencial en el trabajo de un profesor: su vocación. Si no se tiene, mejor dedicarse a otras cosas. Si hay vocación por enseñar, casi todo puede superarse.

Querría rescatar un fragmento de una entrada que publiqué hace casi cuatro años, y que deseaba ser -ahora también- una llamada a creer en el propio trabajo, a aprender enseñando y a disfrutar con los pequeños detalles:
  • Cuando tienes ante ti estudiantes que ponen verdadero empeño en cumplir con sus obligaciones, no puedes dejar de esmerarte en las tuyas: en caso contrario sería algo parecido a un fraude.
  • Cuando observas su cara de atención en clase, te vienen ganas de que tus palabras sean las adecuadas, las necesarias.
  • Cuando a alguien, después de mostrar cara de no entender nada durante un rato, se le ilumina de repente el rostro, te das por bien pagado.
  • Cuando notas que hay alumnos desconectados, piensas enseguida: ¿en qué habré fallado?
  • Y, cuando te regalan cada día un semblante alegre, puede que no necesites más motivaciones para dar lo mejor que tienes.
  • ¿Es o no es un aprendizaje la tarea de enseñar?



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Publicado por Blogger para DOCEO ET DISCO -- ΔΙΔΑΣΚΩ ΚΑΙ ΜΑΝΘΑΝΩ el 3/28/2012 01:54:00 PM

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