13 abril 2011

[ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ] "Tierras de sangre" de Didó Sotiríu

Acabo de releer Tierras de sangre (Ματωμένα χώματα), la novela de Didó Sotiríu que publicó hace unos años en español ediciones del Acantilado con traducción de César Montoliu.

Didó Sotiríu nació en 1909 en Aydín, Asia Menor, y siendo una niña vivió el drama de la guerra y el destierro. En Grecia trabajó como periodista y escritora. En los años 30 ingresó en el partido comunista y participó en la resistencia contra la ocupación nazi. Hasta su muerte en 2004 estuvo muy comprometida con las causas sociales y, especialmente, con el movimiento feminista.

Didó Sotiríu

En 1962 Didó Sotiríu publica Tierras de sangre, una de las mejores novelas que se han escrito sobre el desastre de Asia Menor. El protagonista es Manolis Axiotis, el hijo de un modesto campesino griego de Anatolia, que narra en primera persona los difíciles acontecimientos que le han tocado vivir, desde su mísera infancia en un pueblo cercano a las ruinas de Éfeso, hasta la derrota del ejército griego en la campaña de Asia Menor.

Axiotis es un auténtico superviviente, continuamente enfrentado a situaciones límite de las que consigue salir gracias a unas inquebrantables ganas de vivir. Es testigo del progresivo deterioro de las relaciones entre griegos y turcos, que desembocará en un hostigamiento abierto de la población griega del imperio otomano. Con la Primera Guerra Mundial la situación empeora y los griegos son reclutados en los terribles Amelé Taburú, batallones de trabajo donde viven en condiciones de semiesclavitud. Axiotis deserta de uno de estos batallones y permanecerá escondido hasta que se firme el armisticio. La derrota de Turquía anima a Grecia a intervenir militarmente en Asia Menor. El propio Axiotis se alista en el ejército griego, que se toma ahora la revancha contra la población civil turca. Una vez que se ha encendido la llama del odio racial la espiral de violencia parece no tener fin. La derrota del ejército griego desata de nuevo una feroz represión que culmina con la expulsión definitiva de la población griega de Anatolia.

Axiotis ve cómo el mundo que conoció en su infancia se desmorona a su alrededor en apenas diez años. Algunas páginas de la novela son realmente desgarradoras, como cuando el protagonista se encuentra con una columna de prisioneros armenios que le cuentan su terrible experiencia, o cuando, después de la derrota griega, una muchedumbre desesperada deambula por las calles de Esmirna esperando la llegada de los turcos.

Incendio de Esmirna en septiembre de 1922

Didó Sotiríu rehuye las simplificaciones a la hora de explicar estos trágicos acontecimientos. Tanto griegos como turcos tienen su parte de culpa: unos desencadenaron la limpieza étnica contra las minorías cristianas griegas y armenias, los otros atizaron el fuego con la violencia ejercida contra la población turca durante la campaña de Asia Menor. No menos culpables fueron las potencias occidentales, que alentaron el odio racial para favorecer sus propios intereses económicos. Cuando la autora publica la novela han pasado cuarenta años desde la catástrofe y su intención es evitar que este terrible drama caiga en el olvido, como confiesa en el prólogo del libro que reproducimos a continuación:

Hace cuarenta años que la población griega de Asia Menor fue expulsada de su ancestral morada. Ese destierro es uno de los capítulos más estremecedores de nuestra historia reciente.

Los que vivieron en medio de aquella convulsión van desapareciendo uno tras otro y con ellos desaparece su testimonio. La memoria popular se pierde o se embalsama en los archivos. "No esperes lágrimas del ojo del muerto", dice un proverbio de Asia Menor.

Me he dejado cautivar por la memoria de los vivos. He escuchado con amor y compasión sus corazones. En ellos tienen depositados sus recuerdos como si fueran ramos y coronas pascuales en un iconostasio.

Detrás de Manolis Axiotis, el principal narrador del libro, se esconde un campesino de Asia Menor que conoció los batallones de trabajo entre 1914 y 1918, que más tarde vistió el uniforme griego, que vivió el Desastre de 1922, sufrió cautiverio y conoció la cruda vida de un refugiado para luego pasarse cuarenta años de estibador y sindicalista, además de haber combatido en la resistencia contra la ocupación alemana.

Ya jubilado, vino a verme un día para entregarme un cuaderno con sus recuerdos. Se había sentado pacientemente a escribir con sus pocas letras todo lo que habían visto sus ojos durante más de sesenta años.

De testigos presenciales así obtuve el material que necesitaba para escribir esta novela y ello con el único propósito de recrear un mundo que se ha perdido para siempre. Para que los viejos no olviden. Para que los jóvenes se formen un a opinión certera.

Terminamos con una canción de Yorgos Dalaras que ilustra la tragedia de la caída de Esmirna y el destierro de todo un pueblo obligado a abandonar su patria.




Η ΣΜΥΡΝΗ

Η Σμύρνη, μάνα, καίγεται

καίγεται και το βιος μας.

Ο πόνος μας δεν λέγεται

δεν γράφεται ο καημός μας.

Ρωμιοσύνη, Ρωμιοσύνη

δεν θα ησυχάσεις πια,

ένα χρόνο ζεις ειρήνη

και τριάντα στην φωτιά.

Η Σμύρνη, μάνα, χάνεται,

τα όνειρα μας πάνε.

Στα πλοία όποιος πιάνεται

κι οι φίλοι τον χτυπάνε.

ESMIRNA

Esmirna, madre, se quema.

Se queman también nuestros bienes.

Nuestro dolor no puede contarse,

ni escribirse nuestra pena.

Hélade, Hélade,

nunca descansarás,

un año vives en paz

y treinta en llamas.

Esmirna, madre, se pierde,

nuestros sueños se van.

Al que se agarra de un barco

hasta los amigos le pegan.


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Publicado por juanjocastro para ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ el 4/12/2011 02:22:00 PM

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