http://www.elpais.com/articulo/pais/vasco/supresion/filologias/abre/debate/humanidades/UPV/elpepuespvas/20090306elpvas_7/Tes
No se trata de tener cuatro carreras más o menos. Suprimir filologías por la escasez de estudiantes implica prescindir de la investigación en dichos campos, dejar de formar a futuros profesores de secundaria, traductores, editores o profesionales valiosos por su capacidad de análisis crítico. Y, sobre todo, supone lanzar a la sociedad el mensaje de que las humanidades son prescindibles. Es el análisis que hacen los profesores de la Facultad de Letras de la Universidad del País Vasco (UPV), movilizada ante el riesgo de que Filología Clásica, Hispánica, Alemana y Francesa desaparezcan debido al decreto del Gobierno vasco que marca en 30 nuevos estudiantes al año (20 si la titulación se imparte en euskera) el mínimo para mantener una titulación. El Decanato de la Facultad y el nuevo rector, Iñaki Goirizelaia, buscan sin llegar a acuerdos una solución a la difícil disyuntiva de mantener carreras que tampoco se imparten en las universidades privadas vascas y tienen apenas 10 estudiantes.La pregunta es si el número de estudiantes debe de ser el criterio para decidir si se mantiene una titulación. El decano, Fernando García Murga, cree que hay que tener en cuenta más factores, como el coste que implica mantener cada carrera (según sus cálculos, en el caso de las filologías es menor que en otros), la investigación que genera o el número de estudiantes extranjeros que atraen en los últimos cursos a través de programas de intercambio. "La universidad no es sólo un sitio donde se dan títulos y se forma a futuros profesionales. Permite que la sociedad se cultive y que cuenta con un profesorado que aporta también en investigación. Lo otro es una academia", subraya Antonio Rivera, profesor de Historia de la facultad y parlamentario del PSE-EE.
El decreto deja en su preámbulo margen para mantener titulaciones cuyo valor se considere excepcional. El decano aboga por mantener todas las filologías apelando a ese principio de excepcionalidad. "¿Concibe el Rectorado eliminar Filología Vasca si faltaran estudiantes? No, porque existe un compromiso social de mantener esos estudios. Pues hagamos lo mismo con el resto", opina Rivera.
En cualquier caso, una futura supresión no afectaría sólo a las titulaciones que desaparezcan. Salvo Bellas Artes, la mayoría de humanidades no están muy lejos de ese límite de los 30 estudiantes. Si se mantiene el descenso de la natalidad, sería previsible la desaparición paulatina de la mayoría de ellas. "Además, en humanidades no se pueden hacer cortes limpios. Si suprimes latín, generas problemas en historia antigua y medieval. Si suprimes griego, en historia del arte. La característica básica e irrenunciable de las humanidades es la interdisciplinaridad", abunda el decano.
Los profesores de la facultad alertan de que la desaparición de las cuatro filologías degradaría al conjunto de los estudios humanísticos y la universidad podría terminar perdiendo una facultad emblemática. "Es un proceso que se realimenta, porque llevaría a que desaparezcan las ramas de humanidades en Bachillerato, que se derivara a los estudiantes hacia otras áreas... Quitas atractivo a la universidad y transmites que las humanidades, cuanto menos estorben, mejor", sentencia el historiador. Además, critica la mentalidad "de nuevos ricos" que impera en Euskadi. "En Estados Unidos y Alemania se le da más importancia al latín que aquí, donde parece que sólo queremos a ingenieros".
Más de un padre habrá persuadido a sus hijos para que no estudien algo aparentemente tan poco práctico como una filología. Sin embargo, ahora que está de moda hablar de la sociedad del conocimiento, de la innovación social y de las competencias transversales, las voces expertas desgranan las bondades de una formación humanística. "Un historiador igual no tiene una casilla específica en el Inem, porque hacen falta pocos, pero está capacitado para dirigir la General Motors. No hay que pensar en el empleo directo, sino en las capacidades que proporcionan las humanidades", considera Rivera.
El plurilingüismo es el reto educativo en el que influye de una manera más evidente mantener unas filologías fuertes. "¿Cómo se va a implantar en la educación no universitaria si nos quedamos sin profesores de francés y alemán? ¿Quién va a enseñar lengua si desaparece Filología Hispánica?", exclama Juanjo Larrea, profesor titular de Historia Medieval. Además, señala las aportaciones de las humanidades a áreas tan actuales como la conservación del patrimonio. "¿Quién hubiera detectado las falsedades de las excavaciones de Veleia? Incluso en Periodismo hace falta enseñar a escribir correctamente y a leer de manera crítica", recalca.
José Ramón Díaz de Durana, catedrático de Historia Medieval, también llama a un cambio de mentalidad para que lo técnico "deje de parecer lo único importante". "Las humanidades ayudan a ordenar la cabeza de los individuos y facilita la comunicación de las gentes. Son un tesoro a proteger", concluye.
Está claro que hoy en día, los que nos dedicamos a las humanidades estamos en peligro de extinción. Qué estudiante de Clásicas, por ejemplo, no ha escuchado nunca lo de "Filología Clásica, ¿y eso para qué sirve?" Ojalá no se supriman esas cuatro filologías...
Y vosotros, ¿qué pensáis?
Eirene pros hymas :D
Yo, por mi parte, que todavía estoy en bachillerato, ando muy pendiente de esto... pero también muy harta de todo eso de "van a suprimir tal filología" o "no, al final no" y luego "ah, pues parece que sí". Estoy harta, porque dependiendo del día en que me levante y esta gente cambie de idea yo tengo carrera que estudiar o no. Y es una sensación bastante desagradable.
ResponderEliminarAdemás, por otro lado, es precisamente lo que dice el artículo: es transmitir a una sociedad en la que ya de por sí las humanidades están bastante perdidas... bueno, es transmitir que no son necesarias. Y sí lo son, alguien tendrá que estudiar otros idiomas, otras literaturas y otras culturas para enseñarlos a futuras generaciones, por científicos que sean todos deben saber hablar y escribir y tener un mínimo de cultura.