De las muchas culturas que contribuyeron a la formación de lo que posteriormente sería la esplendorosa Roma se encuentra la etrusca. Hasta ahora he comentado como el mundo romano y griego ha influido en la literatura a través de los siglos, pero también, y en muchas ocasiones, aparecen otras culturas de la Antigüedad que repercutieron de manera directa en estas dos, este es el caso de la cultura etrusca: base de la romana. Así pues, José Luis Sampedro, escritor y miembro de la RAE, escribió en 1985 La sonrisa etrusca. Al principio de esta novela Sampedro hace una descripción bastante profunda de la célebre escultura del sarcófago etrusco de los esposos, en el museo romano de Villa Giulia.
La mujer, apoyada en su codo izquierdo, el cabello en dos trenzas cayendo sobre suspechos,curva exquisitamente la mano derecha acercándola a sus labios pulposos. A su espalda el hombre, igualmente recostado, barba en punta bajo la boca faunesca, abarca el talle femenino con su brazo derecho. En ambos cuerpos el rojizo tono de la arcilla quiere delatar un trasfondo sanguíneo invulnerable al paso de los siglos. Y bajo los ojos alargados, orientalmente oblicuos, florece en los rostros una misma sonrisa indescriptible: sabia y enigmática, serena y voluptuosa.
Aunque el libro no está ambientado en la Antigüedad y tampoco es de temática histórica, me pareció bastante acertada la descripción que hace del sarcófago, consigue captar lo que es en su esencia, con una profundización que al enfrascarte en la lectura del libro realmente descubres lo que significa esa sonrisa etrusca.
Festina Lente!
Qué buena la descripción, la verdad es que esta es una de las obras más conocidas del mundo etrusco, y sin embargo no de las mejores, pues hay muchísimas más de una calidad increible (ver catálogo de la exposición de 2008 sobre los etruscos en el Caixaforum, había unas cosas magníficas).
ResponderEliminarLos etruscos no fueron una cultura más que influyó en la romana sino que constituyeron las raíces de lo que luego sería el arte y cultura romanos.
Sin el sentido de la familia etrusco, la importancia de la superstición religiosa (entendida como última manifestación de la que luego sería conocida como la pietas romana) y los augurios, y sin el sentido conmemorativo de las grandes gestas "de los mayores" que llevarían a perpetuar su moral como mos maiorum, el mundo romano no hubiera tenido lugar tal cual lo conocemos hoy.